Este fin de año Gonzalo quería viajar. Yo ví por facebook que mi hermano estaba en el pacífico. A Gonzalo le sonó la idea y el primero de enero arrancamos. Desde Ibagué hasta Buenaventura tuvimos una carretera solitaria y digamos que con partes en buen estado. No pasamos por Cali sino que en Buga seguimos hasta nuestro destino. La vista desde la carretera del Lago Calima, y el clima, son deliciosos y muy bellos no me imaginé que ese lago fuera tan grande. De ahí en adelante, del lago Calima, la carretera no es tan buena. Tiene partes mal pavimentadas, y apenas están adecuando los túneles y viaductos que en un futuro tendrá. Los túneles que tiene, que son 5, son como de los picapiedra.
Al llegar a Buenaventura, hay que decirlo, mucha pobreza y el delicioso olor del mar. La gente amable. Buscamos donde parquear el carro y cogimos una lancha para Juanchaco. Demoró 45 minutos en medio de un paisaje que combinaba un mar verde esmeralda, con unas peñas llenas de vegetación selvática. Hacía calor, pero no para morirse. Eso sí en la lancha, jamás se hagan en la punta pues la azoatina es brutal.
Al llegar a Juanchaco hay tanta pobreza, es muy triste que un punto estratégico, tan visitado por turistas colombianos y extranjeros, esté así de descuidado. Ahí en Juanchaco cojimos un tractor colectivo, también pueden coger mototaxi, hasta Ladrilleros que es cerca de ahí, un día hicimos la caminata sin maletas y es hasta sabrosa.
Al llegar a Ladrilleros, el panorama no mejoró mucho es decir, calles totalemnte destapadas, pero eso sí mucho comercio, tiendas, restaurantes, todo pensando en el turista que llega. Al llegar, como no teníamos hotel, tocó empezar la búsqueda. Y si hay varios hoteles todos básicos: cama, baño, algunos ofrecen la estadía con desyuno y comida. Después de hacer cara de lágrima, porque ya se oscurecía, Don Fredy del hotel El Cooperativo nos dejó quedarnos ahí. El hotel queda en frente del mar en un acantilado que se llena de agua y se desocupa según la marea y así mismo aparece y desaparece la playa. Ese fenómeno me pareció maravilloso. Así que la hora en que bajaba la marea variaba con los días y claro, con la luna. Para mí teníamos playa desde mas tarde y hasta las 5 o 6 de la tarde.
La comida deliciosa, puras preparaciones marinas: camarones, piangua, jaiba, empanadas de camarón, encocados, guisados entre otras delicias. La mejor comida para mi fue en Ola-Ola en La Barra, y las empanadas de camarón en Las Delicias de Mery en Ladrilleros en la via al malecón.
La Barra es una playa que queda como a media hora caminando por la playa de Ladrilleros. Allá se estaba quedando mi hermano. Así que nos encontramos en la playa y nos fuimos a conocer. En La Barra tienen playa todo el tiempo no sufren por la marea. Pero el hospedaje allí es mas rústico. Carpa o cabañas que tiene letrinas. Mi hermano y sus esposa eran los reyes de la playa de la Barra porque estaban en una cabaña con un mirador incrible, con hamacas delicosas, desde el que se veía enterito el atardecer. El primer día que fuimos, nos tocó devolvernos hasta ladrilleros por la trocha, porque ya había subido la marea y no podíamos caminar por la playa. La trocha de vuelta es un barrial por el que hay que saber caminar por los lados para no resbalarse, pero es un camino fácil solo de cuidado.
Uno de los paseos que hicimos fue ir a unas piscinas naturales que agua dulce deliciosas y a visitar un resguardo indígena. También fuimos a playa Chucheros. Queda como a 15 minutos en lancha desde Juanchaco. Así que lo primero era coger un mototaxi hasta Juanchaco y allí la lancha hasta la playa. Chucheros es una playa amplia, que en frente del mar tiene un chorro de agua dulce fria. El mar ahí en Chucheros es delicioso fresco y limpio porque en Ladrilleros a veces trae muchas hojas y palos.
El plan en Chucheros es caminar por la playa, tomar sol y bañarse en el mar que es delicioso. No sé en qué momento le hicieron mala fama al pacífico si es una maravilla.Además es el mar, que todo lo sana, lo repara, y se lo lleva, lo reclama.
Este paseo me encantó fui muy feliz en el mar, bañé mucho en él, comí rico y descansé. En Ladrilleros hay de todo y uno no se vara todo se consigue. Es bueno llevar además de las chanclas, zapaticos para la playa para algunos paseos. Para los cinéfilos, La Barra y todo su paisaje, aparecen en la película colombiana El Vuelco del Cangrejo.