Tuve la fortuna este año de estar en París mientras este evento, organizado por la embajada de Francia en Colombia se realizaba en París. No fui a ver a los doce invitados pues no coincidía todo el tiempo. Pero me sentí un poco extraña: entre orgullosa y anonadada, al estar en un auditorio escuchando a escritores como Juan Manuel Roca, Tomás González, Antonio Ungar y Antonio Caballero. Los demás invitados incluían además a Fernando Vallejo, Santiago Gamboa, Jorge Franco, William Ospina, Evelio Rosero, Héctor Abad, Juan Gabriel Vásquez y Gonzalo Sánchez.
Se formó una gran polémica porque la selección de escritores no incluía mujeres. La respuesta de la Embajada Francesa es que había dos criterios para seleccionar a los autores uno de ellos era haber sido publicado por una editorial francesa. Hay que aclarar que en Colombia hay talentos femeninos como Pilar Quintana y Margarita Posada.
Las reuniones con los escritores, tipo conversatorio, se realizaron en librerías, bibliotecas, y Centros culturales como el Cervantes y la Casa de América Latina. Yo asistí a dos: la que se realizó en el Instituto Cervantes y a otra en una librería en la Rue de Rambutaeu cerca del Centro George Pompidou.
La primera conversación a la que asistí fue en el Instituto Cervantes, el día que anunciaron el ganador del premio Herralde de literatura que era el colombiano Antonio Ungar. Eso me puso feliz. Pero me puso más feliz escuchar ahí a ese gran escritor que es Tomás González y al final poder decirle que me alegraba un montón saber que al fin se le daba la importancia que tenía y le agradecí mucho por el personaje femenino que construyó en su novela Primero Estaba el Mar. Lamenté que la literatura fuera un fenómeno también mediático y se lo dije. El me agradeció. Es un tipo tímido.
Ungar estuvo brillante. No está dotado de gran carisma, hay que decirlo, pero es un tipo auténtico. Que habla con contundencia, con una sinceridad aterradora. El fragmento que se leyó de la obra de Ungar, Las Orejas del Lobo, dejó al auditorio con ganas de leer más de este colombiano.
Juan Manuel Roca, siempre polémico, un artista de las palabras, de las maniobras lingüísticas, que se ganó también al auditorio. En esta oportunidad una traductora bastante ignorante sobre Colombia, mal punto para este tipo de eventos.
El otro conversatorio era con Antonio Caballero en la librería Les Caliers de Colette. Allí en medio de una librería excelente, conversamos con este periodista colombiano sobre política, sobre libertad de prensa, y sobre su novela Sin Remedio. Caballero dijo que en esa primera y única novela el había dicho todo lo que quería decir y que por ahora prefería el periodismo porque le daba pereza escribir literatura. Caballero no fue tan áspero como me imaginaba fue tranquilo y me encantó aún mas en persona.
Fue toda una experiencia escuchar a estos escritores que luego de estar en París seguirían una gira por toda Francia.
Se formó una gran polémica porque la selección de escritores no incluía mujeres. La respuesta de la Embajada Francesa es que había dos criterios para seleccionar a los autores uno de ellos era haber sido publicado por una editorial francesa. Hay que aclarar que en Colombia hay talentos femeninos como Pilar Quintana y Margarita Posada.
Las reuniones con los escritores, tipo conversatorio, se realizaron en librerías, bibliotecas, y Centros culturales como el Cervantes y la Casa de América Latina. Yo asistí a dos: la que se realizó en el Instituto Cervantes y a otra en una librería en la Rue de Rambutaeu cerca del Centro George Pompidou.
La primera conversación a la que asistí fue en el Instituto Cervantes, el día que anunciaron el ganador del premio Herralde de literatura que era el colombiano Antonio Ungar. Eso me puso feliz. Pero me puso más feliz escuchar ahí a ese gran escritor que es Tomás González y al final poder decirle que me alegraba un montón saber que al fin se le daba la importancia que tenía y le agradecí mucho por el personaje femenino que construyó en su novela Primero Estaba el Mar. Lamenté que la literatura fuera un fenómeno también mediático y se lo dije. El me agradeció. Es un tipo tímido.
Ungar estuvo brillante. No está dotado de gran carisma, hay que decirlo, pero es un tipo auténtico. Que habla con contundencia, con una sinceridad aterradora. El fragmento que se leyó de la obra de Ungar, Las Orejas del Lobo, dejó al auditorio con ganas de leer más de este colombiano.
Juan Manuel Roca, siempre polémico, un artista de las palabras, de las maniobras lingüísticas, que se ganó también al auditorio. En esta oportunidad una traductora bastante ignorante sobre Colombia, mal punto para este tipo de eventos.
El otro conversatorio era con Antonio Caballero en la librería Les Caliers de Colette. Allí en medio de una librería excelente, conversamos con este periodista colombiano sobre política, sobre libertad de prensa, y sobre su novela Sin Remedio. Caballero dijo que en esa primera y única novela el había dicho todo lo que quería decir y que por ahora prefería el periodismo porque le daba pereza escribir literatura. Caballero no fue tan áspero como me imaginaba fue tranquilo y me encantó aún mas en persona.
Fue toda una experiencia escuchar a estos escritores que luego de estar en París seguirían una gira por toda Francia.
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