Luego del paseo hermoso por Punta del Este decidimos ir hasta Montevideo. Hicimos el trayecto de vuelta al ya conocido terminal de las Tres Cruces y de allí un bus hasta el Hostal City, donde habíamos reservado desde Maldonado. Al llegar vimos que el hostal estaba bastante feo, derruido y sucio así que decidimos movernos del sitio, y confiar de nuevo en la guía Lonely Planet que nos llevó a un hotel precioso llamado Hotel Ideal cerca de la avenida 18 de Julio la Principal de Montevideo. El hotel tenía balcón piso de madera con grabados de flores muy lindos, ventilador de techo y un olor a nafatalina increíble.
Ya en Montevideo decidimos salir a caminar por el centro llamado allá Ciudad Vieja. Fuimos hasta el puerto caminando por la calle peatonal Sarandí (no estoy segura del nombre). Una calle comercial donde encontramos dos librerías maravillosas: La Lupa un local pequeño pero muy bien dotado de libros en todas las áreas. y una más grande llamada Puro Verso. En cada una, daban ganas de quedarse la tarde entera. En la primera, compramos libros de Mario Levrero por recomendación de Antonio mi amigo, ya habíamos comprado algo de Levrero en Libros Libros en Maldonado. En Puro Verso de dos pisos, con sofás de cuero y un restaurante, nos sentamos a leer y yo arranqué un libro de anagrama titulado Lodo de un mexicano pero ya cerraban y no pude seguir. En Puro Verso hay un vitrina con ediciones incunables de la obra de Felisberto Hernández. Estantes muy completos de Filosofía, de crítica literaria, de psicología, poesía y pedagogía.
Al llegar al puerto almorzamos en el mercado y nos tomamos un par de tragos de Medio y Medio una bebida refrescante mezcla de vino blanco seco y espumante, deliciosa para el calor. EL día de paseo por la ciudad vieja, era el día del centro por lo que había descuentos en todos los almacenes incluidas las librerías. Compramos una serie de cuentos de horror de Horacio Quiroga que hemos estado leyendo: Guantes de Goma y la Gallinita Degollada.
También compramos algo en el Indian Emporium mi almacén favorito donde vendían una ropa divina.
Decidimos hacer el paseo hasta Colonia del Sacramento una ciudad histórica preciosa que fue disputada por portugueses y españoles. Su arquitectura de calles empedraradas, casas con tejas de barro, es hermosa. Tienes restos de fuertes españoles, una iglesia que no es barroca y conserva tallas en madera muy bien elaboradas. Colonia está llena de pequeos hoteles antiguos que han albergado a huéspedes ilustres como Marcelo Mastroniani. Colonia tiene un faro que ofrece una vista privilegiada del Río de la Plata, el más ancho del mundo. Colonia es patrimonio de la Humanidad y sus edificaciones han servido como locación para varias películas uruguayas y extranjeras.
En colonia comimos en un restaurante que nos dejó bastante decepcionados pues la comida no sabía a nada. Por eso regresamos a Montevideo y nos comimos un pancho (un perro) cerca del
hotel.
En Montevideo fuimos al cine Ópera a ver la película Un mal día para pescar. Un cine antiguo, que me recordó al Radio City de Bogotá. La película excelente basada en el cuento de Onetti Jacob y el otro. En estas películas es evidente la idiosincrasia uruguaya que es bastante particular.
Estuvimos caminando por toda la avenida 18 de Julio que está llena de comercio pero comprobamos que Montevideo muere temprano. La 18 de Julio es muy bacana porque tiene varias plazas muy cercanas en donde hay mercados y en una de ellas había parejas de espontáneos bailando tango y es un espectáculo muy hermoso.
Estuvimos en el Teatro Solís para comprobar la gran tradición teatral que tiene Uruguay pues había una exposición con todas las salas de Montevideo, así como los bocetos de escenografías y vestuarios para varias obras. El teatro está muy bien conservado y habría sido ideal conocerlo por dentro pero no pudimos. La tradición teatral uruguaya está sustentada en una política pública que concibe el teatro como una forma de construir cultura y de construir ciudadanía, de hacer visible lo oculto, en esencia una gran consciencia de lo que significa el arte para un pueblo.
La red de transporte en Montevideo, lo mismo que en Buenos Aires y Punta es excelente ordenada y frecuente. La gente es muy amable pero la verdad es una ciudad que no me inspiró del todo seguridad y que me pareció que moría muy temprano más, siendo verano.
Luego de Montevideo regresamos a Buenos Aires, temerosos de no tener habitación en nuestro hotel Carly. Pero todo salió bien y acá seguimos.
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