jueves, 6 de noviembre de 2008

El derecho a la Ira



Soy fúrica desde que tengo recuerdos y famosa en el colegio por mis iras de película. No me enorgullece decirlo pero tampoco me siento menos, pues he luchado con la ira desde los 7 años.
La Ira es un sentimiento desbordante y ante él la sociedad lo que ha hecho es reprimir y reprimir, porque quien expresa su ira es siempre tachado. Pero la otra cara, la de quien no expresa la ira y se convierte en un Ned Flanders, el de Los Simpsons, es para mi la peor. Quien opta por reprimir para no quedar mal, para parecer inmune y perfecto, ese tipo de personaje es quien años después se le estalla una úlcera, o le sale un tumor. Porque el cuerpo es vehículo de las emociones y lo que no se exterioriza el cuerpo lo vuelve patología.
La ira es un emoción que nunca nos han enseñado a manejar y ese aprendizaje ocurre a punta de totazos de embarradas, en las que uno entiende que está en todo su derecho de ponerse fúrico, pero que lo que diga en esos momento de efervescencia debe ser racionalizado, porque es en ese momento en que ocurren las ofensas, las confusiones, los gritos, los maltratos. Eso nunca nos lo enseñaron porque esta emoción es una de las emociones parias. quien siente rabia es tildado de peligroso, de persona a la que temer y de la que hay que alejarse. Yo creo que no es así.
La ira es una emoción como cualquiera que hay que aprender a manejar. Hay que saber respirar antes de hablar y hay que darle a cada acontecimiento su peso real sin magnificar, ni tampoco subestimar. Hay que intentar controlar gestos con las manos y los ojos que pueden hacer daño a otros.
Pero creo que la ira se debe expresar y hay formas de hacerlo sanamente. Dejar pasar un tiempo luego d ela situación que produce ira es fundamental para evaluarla y saber qué hacer y decir. Hay que pensar en el otro en siempre hablar primero de lo positivo y luego expresar con claridad lo que uno siente (ser asertivo) cuidandose de ser ofensivo pensando siempre en el otro pero sin dejar de ser fiel a la ira y los motivos que la causaron.
Hay que conocerse bien para saber qué le provoca a uno ira para saber como manejar esas situaciones. Hay que saber cuales son los puntos débiles si sno las palabras, los gestos, la indiferencia, el tono de voz, en fin para trabajar en ello. Porque también esta claro que vivir fúrico todo el día no es sano ni divertido. Pero hay que tener voluntad y humildad para reconocer que uno es furioso.
A todos los iracundos como yo, recomiendo paciencia, autocontrol, yoga o ejercicio, reflexión y silencio. No están de mas unas goticas homeopáticas porque la verdad, si ayudan.

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