miércoles, 17 de junio de 2009

Columna Mariana Jaramillo Ser el mayor siempre será más duro

Sé que seré criticada por decir esto pero también sé que todo en la vida tiene un precio. Soy hermana mayor y me he dado a la tarea de observar como va la vida de quienes como yo son primogénitos y la cosa no varía mucho. El primer hijo es un experimento para los papás tal vez con el primero se equivocan más. Con el primer hijo las exigencias son mayores siempre. Se pedirá que el mayor sea perfecto, dé ejemplo, y si no es así se le castigará de la forma mas dura. Es el mayor quien debe demostrar que puede hacer las cosas bien, que es independiente, que es autosuficiente. Al mayor se le exigirá siempre que sea comprensivo, paciente y conciente de su rol en la familia. El mayor tendrá y cargará siempre con las obligaciones.

El mayor tendrá que ser el modelo y sus errores y equivocaciones, serán recordadas cada vez que haya oportunidad. Porque pareciera que el hermano mayor no tiene derecho a equivocarse y solo tiene obligaciones.

Que diferentes son las cosas para un hermano menor. Y hablo porque esto lo he discutido con amigas y amigos que como yo, son hermanos mayores, y sienten la diferencia. No se trata aquí de reclamar por justicia, se trata de mostrar una realidad. A los hermanos menores se les perdona todo, tienen la ayuda de sus padres con más frecuencia, por más tiempo y sin importar cómo se hayan portado. Los hermanos menores siempre tendrán seguro un apoyo que los hermanos mayores tenemos que ganarnos demostrando de qué somos capaces y hasta donde podemos ser fuertes, autosuficientes y berracos. Solo si así podemos llenar en algo las expectativas que se cernían sobre nosotros, tal vez si necesitamos apoyo, lo obtengamos de nuestros padres. Es duro decirlo, pero ser hermano mayor tiene una gran dosis de injusticia.

Los padres saben que como uno es un berraquito, se olvidan de que a veces uno necesita apoyo y ayuda en la misma proporción que se la dan al chiquito de la casa. Pareciera que los papás tienen muy claro que uno como primogénito es un adulto, pero jamás piensan que los menores también crecieron y los siguen tratando como si fueran unos infantes a quienes hay que considerarlos y perdonarles todo.

Eso si lo único cierto en esto es que uno como hermano mayor siempre tendrá más claro qué quiere y qué debe hacer para conseguirlo. Uno como hermano mayor estará acostumbrado a guerrear a ser un berraco y esforzarse por lo que uno quiere. Sería más fácil si los papás fueran más justos, pero eso no ocurrirá jamás. Parte de ser el mayor, es entender que las cosas no van cambiar en la familia y que siempre será uno como el grande, quien tenga que ceder, que perdonar, que irse, que dar oportunidades y quien tenga que hacerse cargo de las situaciones como vengan.

PSICÓLOGA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

MAGISTER LITERATURA HISPANOAMERICANA INSTITUTO CARO Y CUERVO

Columna publicada hoy junio 17 de 2009 en el diario El Nuevo Día de Ibagué

2 comentarios:

Gaviota dijo...

Lamento no estar para nada de acuerdo con lo que aquí se plantea. Ser hermano mayor implica responsabilidades de cuidado con el hermano menor. De eso no hay duda. Sin embargo, es claro que lo de dar ejemplo es un buen deseo y no una realidad. Lo digo en mi condición de hermano NO mayor. Eso es una realidad. Junto con otros hermanos menores, también he analizado si uno se vuelve emulador de sus hermanos mayores, y no conozco muchos casos por el estilo.

Sí hay algo cierto y es que los obliga a ser "berraquitos", pero más que una responsabilidad o una carga, creo que es una ventaja porque no les implica la carga de timidez con las que los hermanitos se tendrán que enfrentar más adelante.

En cuanto a lo de la ayuda preferencial, no estoy de acuerdo. Creo que eso no depende de la edad sino de qué tan rápido corten los cordones umbilicales unos y otros.

Saludos.

Mariana dijo...

Gracias por el comentario. Es evidente que hablo desde mi experiencia y la de mis amigas ha sido similar a la mía: dura y exigente. Tal vez tengas razón en lo de los cordones umbilicales y en eso también tienen responsabilidad los papás. Permitir que un hijo siga amarrado a ellos no es bueno para ninguno de los dos y lastimosamente casi siempre los papás mantienen vivos esos lazos de forma insana ejerciendo manipulaciones sobre los hijos menores, pequeños chantajes emocionales que no deberían existir.