Siguiendo con este viaje de inicio de año, y al continuar con las rutas huilenses en busca de recuerdos y ancestros, llegamos a San agustín. Un pueblo bonito, bien conservado con sus calles de piedra sus casas con balcones, múltiples hospedajes y oficina de turismo. Antes de llegar hasta San Agustín hay que pasar por una serie de pueblos huilenses que son encantadores e hirvientes como Garzón, Pitalito, Gigante, Campoalegre, Altamira entre otros. Todos esos lugares venden uan serie de delicias en cuanto a bizcochos se refiere. Hay calentanos, de maíz, de achira, y cosas de dulce como merengues y el tradicional quesillo. Las iglesias y plazas de estos pueblos son bonitas están bien mantenidas y la gente es amable.
El río Magdalena es una fantasía que acompaña todo el viaje y que el llegar a San Agustín se puede observar en su parte más estrecha. Al contrario de lo que yo pensaba, San Agustín es frío pues está cerca del Macizo Colombiano, donde nace el Magdalena. El paseo hasta allá creo que debe ser espectacular. Al llegar me toco comprar un saquito en las miles de tiendas de artesanías que hay por todo San Agustín y que ofrecen réplicas de las estatuas, instrumentos musicales, ropa, joyas, etc. Al ver el pueblo y su gente se siente una gran diferencia entre los pueblos recorridos antes de llegar y San Agustín que parece más del Cauca.
Nos quedamos en el Hotel Yalconia, un clásico del turismo allá. Al otro día salimos para el parque haciendo la caminata de media hora más o menos. Me encontré con que San Agustín es además de un sitio de turismo arqueológico y de aventura, de turismo espiritual. Van allí personas a meditar a aprender técnicas de sanación entre otras cosas así que es un paraíso para los místicos y energéticos.
El Parque está administrado por el ICANH Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Y debo decir que hay reconocer la labor porque el lugar está muy bien cuidado, limpio, y bien señalizado. Al llegar ud puede tomar un guía o hacerlo solo. El parque incluye las mesitas A, B C, Lavapatas y el Alto de Lavapatas, donde hay cosas para ver.
Las estatuas son impresionantes de verdad. Son muchas y no todas están en el parque, pues algunas fueron encontradas en otro lugar que no visitamos por falta de tiempo, llamado el alto de Los Ídolos donde están las imágenes más grandes como el famoso DobleYo que representa el Yo vivo y el Yo después de la vida. A mi me impacto mucho una estatua muy grande que se llama El Partero en donde claramente para mí, se ve un nacimiento. La tradicional águila con la serpiente es hermosa, lo mismo que una en donde hay la presentación de un miembro pequeño de la comunidad. Hay también tumbas y los grabados de Lavapatas son maravillosos aunque están deteriorados. La subida al Alto de Lavapatas, aunque dura, vale la pena por la vista que se tiene al llegar. Observar la montaña y respirar ese aire limpio mientras se oye a lo lejos el agua como un arrullo.
Luego de la visita al Parque y de una severo almuerzo en Donde Richard, recomendado por la guía Lonely Planet, salimos en carro hasta El Estrecho. Allí se puede ver el río Magdalena, en su parte más angosta. Es maravilloso oír el agua, ver el río allí y luego de vuelta verlo torrentoso, imponente desde la carretera. Se supone que en El Estrecho la gente no debe saltar de un lado a otro porque el río baja con fuerza. Un guía turístico nos contó la historia de un Alemán que acostumbraba a saltar el Estrecho y una vez se lo llevó el río. Su cadáver según lo que cuentan, fue encontrado en Neiva y su familia contrató buzos que jamás lo encontraron.
Después de estar en San Agustín sale uno renovado. Se respira mucha paz ahí. El regreso es duro pero en serio es un paseo precioso y renovador.
El río Magdalena es una fantasía que acompaña todo el viaje y que el llegar a San Agustín se puede observar en su parte más estrecha. Al contrario de lo que yo pensaba, San Agustín es frío pues está cerca del Macizo Colombiano, donde nace el Magdalena. El paseo hasta allá creo que debe ser espectacular. Al llegar me toco comprar un saquito en las miles de tiendas de artesanías que hay por todo San Agustín y que ofrecen réplicas de las estatuas, instrumentos musicales, ropa, joyas, etc. Al ver el pueblo y su gente se siente una gran diferencia entre los pueblos recorridos antes de llegar y San Agustín que parece más del Cauca.
Nos quedamos en el Hotel Yalconia, un clásico del turismo allá. Al otro día salimos para el parque haciendo la caminata de media hora más o menos. Me encontré con que San Agustín es además de un sitio de turismo arqueológico y de aventura, de turismo espiritual. Van allí personas a meditar a aprender técnicas de sanación entre otras cosas así que es un paraíso para los místicos y energéticos.
El Parque está administrado por el ICANH Instituto Colombiano de Antropología e Historia. Y debo decir que hay reconocer la labor porque el lugar está muy bien cuidado, limpio, y bien señalizado. Al llegar ud puede tomar un guía o hacerlo solo. El parque incluye las mesitas A, B C, Lavapatas y el Alto de Lavapatas, donde hay cosas para ver.
Las estatuas son impresionantes de verdad. Son muchas y no todas están en el parque, pues algunas fueron encontradas en otro lugar que no visitamos por falta de tiempo, llamado el alto de Los Ídolos donde están las imágenes más grandes como el famoso DobleYo que representa el Yo vivo y el Yo después de la vida. A mi me impacto mucho una estatua muy grande que se llama El Partero en donde claramente para mí, se ve un nacimiento. La tradicional águila con la serpiente es hermosa, lo mismo que una en donde hay la presentación de un miembro pequeño de la comunidad. Hay también tumbas y los grabados de Lavapatas son maravillosos aunque están deteriorados. La subida al Alto de Lavapatas, aunque dura, vale la pena por la vista que se tiene al llegar. Observar la montaña y respirar ese aire limpio mientras se oye a lo lejos el agua como un arrullo.
Luego de la visita al Parque y de una severo almuerzo en Donde Richard, recomendado por la guía Lonely Planet, salimos en carro hasta El Estrecho. Allí se puede ver el río Magdalena, en su parte más angosta. Es maravilloso oír el agua, ver el río allí y luego de vuelta verlo torrentoso, imponente desde la carretera. Se supone que en El Estrecho la gente no debe saltar de un lado a otro porque el río baja con fuerza. Un guía turístico nos contó la historia de un Alemán que acostumbraba a saltar el Estrecho y una vez se lo llevó el río. Su cadáver según lo que cuentan, fue encontrado en Neiva y su familia contrató buzos que jamás lo encontraron.
Después de estar en San Agustín sale uno renovado. Se respira mucha paz ahí. El regreso es duro pero en serio es un paseo precioso y renovador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario