Acabo de terminar este fin de semana este segundo libro de Hrabal. Me pareció mucho mejor que Trenes rigurosamente vigilados. Primero debo decir que son diferentes porque en en Una soledad demasiado ruidosa Hrabal es más profundo y menos anecdótico. Más profundo porque además de Hanta, el prensador de papel,no hay otros personajes destacados, salvo las gitanillas, su jefe y Maruja. Esta soledad de Hanta permite que sea meticuloso en describir su lugar de trabajo, en ahondar en su relación casi mística con los libros que prensa. Hanta se nos muestra como un hombre profundamente solo, apasionado por su trabajo y que busca compañía entre los libros que colecciona, los ratones que habitan su trabajo y que casi son su familia y la cerveza que lo lleva de viaje de la mano de Laot-Se y Jesús.
Hanta busca salir de la soledad y encuentra a Maruja, una mujer eternamente ligada a la mierda y sus viscitudes, un amor platónico y no consumado. Su otro amor son un par de Gitanillas con quienes tiene una relación ligada al papel de los libros y cuestiones como el sudor, y su olor mantequilla.
Creo de nuevo que son estos escritores de Europa del este los maestros de la ironía y del sarcasmo. Son ellos poseedores de un sentido del humor puntilloso y cáustico hasta la crueldad. Este sentido del humor salta a la vista de nuevo en esta obra.
Esta novela encuentra un ritmo particular basado en la reptición religiosa de la frase que inicia la novela:"Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo", es esa frase el eje de la novela. A partir de ahí sabemos quien es Hanta, conocemos la Praga de las post guerra y entendemos que su verdadero amor es su prensa, su trabajo y el contenido de los libros que lo conducen a reflexiones profundas sobre sí mismo y su trabajo de 35 años.
El final de Hanta no podía ser otro: frustrado pero paradójicamente feliz.
Una novela que vale la pena leer porque que cuestiona y deja taladrando en la cabeza, el verdadero sentido de la soledad.
Hanta busca salir de la soledad y encuentra a Maruja, una mujer eternamente ligada a la mierda y sus viscitudes, un amor platónico y no consumado. Su otro amor son un par de Gitanillas con quienes tiene una relación ligada al papel de los libros y cuestiones como el sudor, y su olor mantequilla.
Creo de nuevo que son estos escritores de Europa del este los maestros de la ironía y del sarcasmo. Son ellos poseedores de un sentido del humor puntilloso y cáustico hasta la crueldad. Este sentido del humor salta a la vista de nuevo en esta obra.
Esta novela encuentra un ritmo particular basado en la reptición religiosa de la frase que inicia la novela:"Hace treinta y cinco años que trabajo con papel viejo", es esa frase el eje de la novela. A partir de ahí sabemos quien es Hanta, conocemos la Praga de las post guerra y entendemos que su verdadero amor es su prensa, su trabajo y el contenido de los libros que lo conducen a reflexiones profundas sobre sí mismo y su trabajo de 35 años.
El final de Hanta no podía ser otro: frustrado pero paradójicamente feliz.
Una novela que vale la pena leer porque que cuestiona y deja taladrando en la cabeza, el verdadero sentido de la soledad.
1 comentario:
aqui hay un aparte del libro que genera el gusto por re leerlo:o que pasó es que Maruja, de tan emocionada como estaba del turno de las señoritas y de tanto como la conmovieron mis palabras de amor, se retiró un rato a la letrina de la fonda donde la pirámide de excrementos llegaba casi hasta el agujero, de modo que se manchó sus cintas multicolores; de vuelta a la sala iluminada, en el remolino del baile, sus cintas salpicaron y embadurnaron a todos los que bailaban cerca de ella…
lo inimaginable está antes y después
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