Leer la columna de Claudia López siempre lo ponía a uno a pensar. Hay que decir que sus afirmaciones siempre estuvieron sustentadas, como lo evidencia claramente la columna que le causó la expulsión de El Tiempo. El periódico peló el cobre y dejó ver como un análisis escueto y realista, sobre uno de los socios minoritarios del periódico los hirió. La carta de expulsión, lo único que logra es confirmar que lo que dice Claudia en su columna es cierto: El Tiempo tiene intereses económicos y de poder claros y no tolera que estos sean cuestionados y menos develados así, tan directamente como lo hizo la columnista.
Resulta lamentable y paradójico que sea precisamente uno de los Santos, Enrique, quien presida la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) que se supone es un organismo que protege la libertad de prensa.
El Tiempo solo se erige entonces como un medio intolerante con la diferencia y que además ni siquiera tuvo la delicadeza de informar primero a la columnista su decisión sino que lo hizo público de una vez. Ver en Semana
Lo que ocurre en El Tiempo es un reflejo de dos problemáticas importantes: una, que tiene que ver con que los medios de comunicación defienden intereses económicos, políticos y de poder que deben conservar porque los favorecen, y otra que se refiere a que la censura está viva en Colombia existe, y ahora hay que cuidar más las palabras, hecho que evidencia hacia que lugar vamos, el lugar de la represión y de la dictadura.
El tiempo sintió que iba perdiendo el juego del poder y de la verdad y decidió, en una acción de ética narca, deshacerse del oponente, eliminarlo en lugar de sostener un debate o de aceptar la pérdida.
Es triste lo que pasa y más triste la pasividad y el silencio de otros compañeros de oficio periodístico que solo reseñaron la cosa sin profundizar, y lo peor, sin tomar alguna posición. Considero que esto no se puede pasar por alto, hay que pronunciarse y por eso este post, porque no considero justo lo que hizo El Tiempo y considero que los argumentos que esgrime en la editorial de ayer, son insuficientes para despedir a una columnista seria como López.
Hay voces que siempre serán incovenientes y que tendrán que ser siempre evitadas como la de Alfredo Molano,o Felipe Zuleta, por mencionar algunos. Solo que ellos están un lugar diferente. Por eso Claudia, espero que como periodista seas acogida en otro medio escrito colombiano, o aún mejor como analista en un periódico internacional como el País, El Clarín o El Mercurio. Considero que quien se perjudica más es el periódico, quien perderá cientos de suscriptores y de lectores, además de prestigio, confianza y una voz periodística seria y juiciosa.
Me asusta esto que pasó con Claudia y me siento tranquila al saber que escribo para un periódico como El Nuevo Día, que sin ser un pulpo como El Tiempo, respeta mi voz. Es decepcionante que sean los grandes medios quienes censuren porque lastimosamente, son ellos quienes manipulan la opinión pública.
La columna de Héctor Abad de este domingo en El Espectador ofrece otra perspectiva y me gustaría que la leyeran. Para ello pinche acá
Resulta lamentable y paradójico que sea precisamente uno de los Santos, Enrique, quien presida la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa) que se supone es un organismo que protege la libertad de prensa.
El Tiempo solo se erige entonces como un medio intolerante con la diferencia y que además ni siquiera tuvo la delicadeza de informar primero a la columnista su decisión sino que lo hizo público de una vez. Ver en Semana
Lo que ocurre en El Tiempo es un reflejo de dos problemáticas importantes: una, que tiene que ver con que los medios de comunicación defienden intereses económicos, políticos y de poder que deben conservar porque los favorecen, y otra que se refiere a que la censura está viva en Colombia existe, y ahora hay que cuidar más las palabras, hecho que evidencia hacia que lugar vamos, el lugar de la represión y de la dictadura.
El tiempo sintió que iba perdiendo el juego del poder y de la verdad y decidió, en una acción de ética narca, deshacerse del oponente, eliminarlo en lugar de sostener un debate o de aceptar la pérdida.
Es triste lo que pasa y más triste la pasividad y el silencio de otros compañeros de oficio periodístico que solo reseñaron la cosa sin profundizar, y lo peor, sin tomar alguna posición. Considero que esto no se puede pasar por alto, hay que pronunciarse y por eso este post, porque no considero justo lo que hizo El Tiempo y considero que los argumentos que esgrime en la editorial de ayer, son insuficientes para despedir a una columnista seria como López.
Hay voces que siempre serán incovenientes y que tendrán que ser siempre evitadas como la de Alfredo Molano,o Felipe Zuleta, por mencionar algunos. Solo que ellos están un lugar diferente. Por eso Claudia, espero que como periodista seas acogida en otro medio escrito colombiano, o aún mejor como analista en un periódico internacional como el País, El Clarín o El Mercurio. Considero que quien se perjudica más es el periódico, quien perderá cientos de suscriptores y de lectores, además de prestigio, confianza y una voz periodística seria y juiciosa.
Me asusta esto que pasó con Claudia y me siento tranquila al saber que escribo para un periódico como El Nuevo Día, que sin ser un pulpo como El Tiempo, respeta mi voz. Es decepcionante que sean los grandes medios quienes censuren porque lastimosamente, son ellos quienes manipulan la opinión pública.
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