Los amigos son la familia que uno va eligiendo durante la vida. Si bien hay amigos que llegan, están un período vital y luego desaparecen para siempre, hay quienes jamás se van. He tenido de los dos amigos. Pero los que se quedan son quienes pueden dar cuenta del proceso de uno quienes ven que uno ha madurado. También son esos amigos los que con gran honestidad se sientan con uno y le dicen la verdad sobre las cosas, la verdad más dura, la verdad sobre uno. Nunca es fácil escuchar que uno se equivocó, que no hizo las cosas bien, que se excedió, o que sigue con esa mala costumbre. Pero los amigos están para eso, para decirle a uno verdades que a veces uno mismo, por diferentes situaciones no puede reconocer. En esos momentos de dolor, de rabia, de reproches, ahí están los amigos para dar una palabra, para recordarle a uno, en medio de lo duro que uno se da, lo fundamental. Así lo hizo Antonio mi amigo hace un par de días, de forma contundente: “Mariana vos sos oro en polvo.” Porque es que a veces a uno se le olvida lo más importante.
Pero los amigos buenos, no son solo el club del elogio. Ellos si lo quieren a uno bien, son capaces de decirle a uno cosas que no quiere escuchar pero que sin duda están haciendo que uno obre equivocadamente. Por eso hay que escucharlos, por eso a esos quienes han demostrado con hechos que uno les importa, que lo quieren ver bien, hay que confiarles sin miedo, sin pena, lo que uno de verdad siente. Con ese tipo de amigos no hay secretos. Con ellos no hay que actuar ni preocuparse por dar una imagen porque ellos si son amigos verdaderos saben quién es uno. Ellos lo han visto a uno de tantas maneras, lo conocen tan bien, que son capaces de identificar solo con una llamada en qué estado de ánimo está uno. Son ellos los que con su mirada externa de los hechos, pueden emitir un juicio menos sesgado que el de uno sobre una situación difícil. Escuchar a los amigos en situaciones complicadas permite que uno le vea a ciertas situaciones, lados que no había considerado. Los amigos son ese otro que no solo valida lo que es uno, sino que lo ayuda a construirse. Los amigos enseñan todo el tiempo y hay por eso que aprovecharlos, pasar tiempos con ellos, quererlos. Porque la amistad no es en una sola vía. Ser amigo es de dos que se preocupan uno por el otro, que se respetan, se extrañan y buscan siempre que el otro esté bien, que sea feliz, que esté tranquilo.
Un verdadero amigo lo ayuda a uno en procesos que tiene que hacer, y en reflexiones profundas sobre asuntos difíciles para uno. Un amigo ofrece tranquilidad, pero también cuestiona y por esos cuestionamientos uno agradece, porque esos cuestionamientos lo hacen a uno crecer, madurar ser mejor persona. Gracias a todos mis amigos, que no son muchos pero son buenos, y siempre están ahí para mí y yo para ellos.
Para quienes creen que todo es la familia, no señores. Los amigos muchas veces son mucho más importantes que el mismo vínculo consanguíneo. Amigos los adoro.
PSICÓLOGA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
MAGISTER LITERATURA HISPANOAMERICANA INSTITUTO CARO Y CUERVO
Columna publicada hoy miércoles 5 de agosto en el diario El Nuevo Día de Ibagué
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