Sé que tal vez sea un poco tarde para conmemorar la triste partida de este personaje, pero no creo que esté de más hacerlo. Durante estos días cuando en periódicos y revistas volvió la imagen de Jaime y sus personajes, a mi cabeza vinieron muchos recuerdos sobre él y sobre mi vida. Mi primer recuerdo de Garzón, fue al verlo, cuando tenía yo 12 años, en su exitoso programa Zoociedad. Para mi era un ritual verlo y me reventaba de la risa con los personajes y las historias que inventaba. Recuerdo también que por esa época, una de esas noches mi mamá no me dejó ver el programa porque me estaba enseñando como afeitarme las axilas. Ese día me sentí extraña y ver Zoociedad ese día no me hizo reír tanto por haber sido sometida a ese proceso de depilación axilar.
Después de Zoociedad recuerdo a Jaime en sus múltiples personajes durante el proceso 8000 en los 90. Quac el Noticero era un programa obligado de ver porque era fantástico en sus caracterizaciones y libretos sino porque Quac se convirtió en un referente de las clases, y de conversaciones informales. La agudeza de Garzón, su capacidad de burlarse de sí mismo, su creatividad, su ingenio y rapidez mental, me parecían un modelo a imitar. Y creo que para mi generación que creció viendo el ingenio de este señor, se convirtió en una forma de asumir la vida e intentar aproximarse al país. Jaime nos dejó la capacidad de sospecha que hay que mantener en un país del trópico como el nuestro, con respecto a lo político. Nos dejó su inteligencia materializada en una de las características más reveladoras de la inteligencia de alguien, el sentido del humor. Sin duda alguna, la intención de Garzón fue siempre poner a pensar a partir de la burla, salvaguardarse en la risa para poner en evidencia lo que nadie es capaz de encarar porque son verdades crudas y brutales que solo matizadas con la risa, pueden ser toleradas.
Sin duda no existe en este momento un personaje que, en esta coyuntura política tan compleja y polarizada, tenga el atrevimiento de decir lo que en su momento dijo Jaime a través de sus múltiples alter egos. Al pensar en Jaime no solo siente uno una nostalgia inmensa sino también rabia por ver cómo él se fue y el país continúa metido en el mismo circo barato que ha sido repleto de impunidad y sin memoria. Gracias Jaime por tu herencia que hoy vive en las cabezas y corazones de quienes tuvimos la fortuna de disfrutar de tus creaciones.
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