Para Camilo Pulido, Luz Mery Carvajal y Johana Burbano, estudiosos de las organizaciones y del trabajo. Con todo mi aprecio
Esta claro que en estos tiempos tener un trabajo es un privilegio pero ocurre que por esa misma situación los empleadores se aprovechen. En estos tiempos de precarización y pauperización laboral el panorama en cuestión de trabajo es oscuro. No solo porque los empleadores se aprovechan de la necesidad de los trabajadores para someterlos a condiciones salariales y de trato que son injustas, sino para ejercer poder a través de otros mecanismos de tipo emocional como el miedo.
En estos tiempos en los que los empleadores requieren empleados flexibles, que se adapten al cambio, recursivos, jóvenes, con experiencia, y con estudios ojala de alto nivel, sus ofertas económicas producen una mezcla entre risa y rabia. La remuneración que ofrecen por trabajos, en horarios de esclavo, es para sentarse a llorar o para mandar un sicario, cualquiera de las dos o las dos.
Pero los líos de verdad aparecen cuando a ese empleado-esclavo, se le ocurre estudiar más o involucrarse en un proyecto laboral adicional. Ahí los empleadores dejan la flexibilidad y entran en terrenos dictatoriales en los que ejercen el poder de la manera más baja aprovechándose de la necesidad del esclavo. Niegan permisos para estudiar y aunque el empleado proponga alternativas de recuperación del tiempo o incluso que le descuenten ese tiempo de su sueldo, la solución de quien dirige es “pues entonces renuncie” ¿Habrá gente tan bruta? Claro que si. Un director que niega que su gente se cualifique es alguien sin ninguna visión. Alguien que no tiene ni idea que una persona más capacitada es mejor, alguien que ignora que un empelado motivado produce más, una persona que no sabe que a quien se le da una oportunidad así, genera un vínculo emocional de gratitud con la organización, que a la hora de pensar en dejar el trabajo, lo detiene. Como los que dirigen no tienen visión de ninguna clase, y la gente necesita la miseria que pagan, la gente entonces trabaja aburrida, su calidad de vida se merma y sus posibilidades de mejorar laboralmente se reducen. Pero como dice el dicho la necesidad tiene cara de perro y esto le toca vivirlo a mucha gente.
Estas situaciones lo que generan son altos niveles de frustración en los empleados y eso se refleja en más errores en el trabajo, en pérdida de tiempo y en conflictos con otros porque es bien sabido que trabajar en condiciones hostiles reduce la productividad. Pero además la frustración repercute directamente en la calidad de vida emocional de los trabajadores que aumentan sus pensamientos negativos, los niveles de desesperanza y esto as u vez produce bajas en las defensas que los hacen más proclives a enfermarse de gripas, virus y con eso a incapacitarse. Así las cosas, son empleados que le salen más costosos a la organización. Pero todo esto no lo ve ninguna de las personas que están en cargos directivos. Porque usualmente quienes están al frente de organizaciones parece que jamás han recibido una clase o un seminario sobre ni organizaciones, ni sobre manejo del recurso humano ni nada de eso.
Los trabajadores entonces seguiremos condenados a condiciones paupérrimas y a no tener oportunidades de cualificarnos. Porque esa es la otra si por las capacitaciones que ofrecen las empresas fuera… que vergüenza y que risa.
PSICÓLOGA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
MAGISTER LITERATURA HISPNAOMERICANA INSTITUTO CARO Y CUERVO
CUASI PROFESORA DE
Columna publicada mañana jueves 9 de julio en el diario El Nuevo Día de Ibagué
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