martes, 21 de julio de 2009

Wasabi de Alan Pauls: un extraño sabor


Ya antes había reseñado a este argentino con su novela la Historia del Llanto. A mis manos llegó hace unas semanas Wasabi. Me demoré en hacer la reseña porque me impactó mucho la historia del libro y en especial el final que es absolutamente inesperado.
Wasabi es la historia de una escritor que va a París y su esposa Tellas. Tellas se aburre d Francia y decide irse a Londres. Mientras ella está allí el escritor sufre una especie de viaje a los infiernos de la indigencia, el delirio, la obsesión y la locura. El escritor que es narrador personaje de la novela está obsesionado con un pintor y en ese trance de locura se dedica a deambular por las calles y a alimentar sus obsesiones por un pintor, un editor y su última obra. mientras está en ese deambular este personaje comparte su cuerpo con un quiste en la nuca. Parece irrelevante pero con el paso de las páginas el quiste es un personaje y en él se van depositando varios de los conflictos que agobian al escritor y su esposa.
Tellas, la esposa, mientras está en Londres se da cuenta que está embarazada. Al regresar a Francia se lo cuenta a su marido y este se llena de dudas sobre su paternidad pero finalmente la acepta. Por decisión de Tellas el niño/a se llamará Wasabi un nombre neutro que tiene todo que ver con ellos dos y su primer hijo, el quiste de él.
Pauls en esta novela es asombroso pues logra que uno se quede varios días pensando en lo duro de la vida del escritor y en esa particular, por no decir patológica, relación con el quiste que lleva en la nuca. Durante la novela Pauls sorprende a cada página con metáforas irónicas muy bien elaboradas y con imágenes que quedan clavadas en la cabeza del lector. Por ejemplo la forma tan detallada y bella en que describe los episodios catalépticos el protagonista, evidencian un gran trabajo. Lo mismo que el final, algo tan bizarro que resulta increíble aún cuando uno lo está leyendo.
Una novela para leer rápido, pero con momentos agotadores y densos en los que uno como lector desearía cerrar el libro. Pero paradójicamente es imposible hacerlo porque el ritmo de la obra, la cadencia de las palabras y los hechos, lo mantienen a uno atrapado hasta el final. Vale la pena leer a esta argentino que seguro seguirá produciendo más literatura como esta: cuidada, intimista y sorprendente.

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