sábado, 11 de julio de 2009

Poesía de William Ospina: para leer sin afán



William Ospina el escritor colombiano nacido en Padua, Tolima, es el autor de una obra prolífica en ensayo y poesía. Galardonado con varios premios nacionales, fue doctorado Honoris Causa por la Universidad del Tolima y este año ganó el prestigioso premio Rómulo Gallegos por su segunda novela, El país de la canela, la segunda parte de su elogiada primera novela, Ursúa. A parte de estos reconocimientos hay que destacar la constancia de Ospina en el oficio de escribir, pues además de su obra es columnista de opinión del diario El Espectador, labor que implica gran disciplina.

Hoy me tomo la difícil tarea de recomendar Poesía de William Ospina. Un libro editado por Norma que recopila su obra poética. Digo que es una tarea difícil porque me resulta muy complejo sustentar por qué los lectores deberían leer este libro. No es fácil enfrentarse a lo volátil de la poesía, a esa maraña de sensaciones y sentimientos que provoca leer los poemas levitantes y ensoñadores de Ospina, y ponerlo en palabras. Pero hoy intentaré hacerlo.

En esta compilación se encuentran los títulos: Poemas Tempranos, Hilo de Arena, la Luna del Dragón, El País del Viento, ¿Con quién habla Virgina caminando hacia el agua? y África. En esta compilación puedo decir que a Ospina lo obsesiona la historia pues al leer sus poemas siento en ellos una ansiedad por conocer el origen, por reconstruir lo que sucedió a través de la imaginación. Por eso no encuentro extraño gran cantidad de poemas sobre los griegos, los vikingos, los indígenas de toda América y personajes históricos como Juana de Arco y Lope de Aguirre. Ospina entonces, además de tener un gran interés en la historia, deja ver en sus poemas un trabajo riguroso, casi de orfebre, con las palabras. Las palabras que emplea para cada imagen, para cada sentimiento, son para mí las precisas y es por ello que está claro que para él la poesía tiene un carácter místico profundo que casi convierte a cada palabra y al poema mismo, en una epifanía del universo a los hombres.

En toda la obra compilada en este libro, es imposible no notar como los intereses del autor se van transformando y cómo al tiempo su relación con las palabras se vuelve más madura y fluida. Percibo como lectora que me enfrento más que a un escritor, a un artista que trabaja con palabras, con recuerdos, con sensaciones, con dudas de la especie humana. Por todo lo que he descrito antes, considero que es un deleite este libro de Ospina. Para eso entonces, para deleitarse, para leer con lentitud y en desorden si así lo quieren, tomen este libro y léanlo despacio como quien saborea el último bocado de su plato favorito.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Así lo haré, tengo el libro y creo que la mejor forma es una lectura desordenada y tranquila. Es todo un placer saborear la obra de Ospina