Eso leí en un artículo de la revista Cambio y me asusté. Si los pronósticos económicos afirman que la recuperación de la crisis se empezará a dar este año pero el empleo seguirá igual, es una situación para pensar. Si en el país conseguir un empleo digno seguirá siendo una tarea titánica, o imposible, ¿cómo continuar con la vida si el aspecto laboral es cada vez más indigno?. Por fortuna, la capacidad de adaptación del ser humano parece no tener límites. Por eso hoy no es extraño encontrar a personas altamente calificadas, (profesionales, con experiencia y estudios de posgrado) haciendo tareas muy sencillas, sintiéndose así subutilizados, no valorados, situación que redunda en su estado de ánimo y en su calidad de vida. Pero lo grave no es tanto la situación laboral, sino el hecho de que estas personas entren en una zona de comodidad, o confort zone, en la que pueden tener sus necesidades primarias satisfechas, y por esa “comodidad” dejen de buscar el verdadero lugar laboral que necesitan y merecen. Claro que al salir al mercado laboral el panorama no es muy alentador.
Por lo general las empresas están buscando practicantes o personas menos calificadas, que puedan hacer lo mismo que un profesional y que pueden tener en un contrato por prestación de servicios pagando miserias: 700.000 pesos en promedio pero hasta el mínimo. ¿Qué hacer entonces? Hay que buscar opciones dirán algunos, pero ¿cuáles?. Una de ellas es convertirse en una máquina de producción que tiene 3 o 4 trabajos todos en condiciones paupérrimas pero que juntos, le dan la oportunidad de tener un salario digno o cercano a la dignidad. Esa posibilidad de ser una máquina de producción que transita por toda la ciudad para producir, puede llegar a garantizar un ingreso digno pero no calidad de vida. Es decir, el trabajador va estar más cansado por lo que implica tener diferentes ocupaciones y es probable que el tiempo que podría tener libre, fines de semana, para gastar ese ingreso con sus seres queridos, no lo tenga porque en esos días debe también trabajar.
La cuestión es, ¿qué importa más la plata o el bienestar físico y emocional?. Todo parece indicar que la plata importa más pues con plata parece también que todo es posible y se abren opciones para el consumo que sin plata son imposibles de alcanzar. Mi pregunta es por la vida. ¿Se trabaja para vivir o se vive para trabajar?. No sé. Pero las condiciones del mercado laboral solo refuerzan la idea de que el sujeto cada vez vale menos aunque tenga experiencia, aunque haga su trabajo bien, aunque cumpla con el perfil. En conclusión yo no quiero vivir para trabajar, quiero que el trabajo, que es algo que disfruto, me de tiempo y plata suficiente para disfrutar la vida.
PSICÓLOGA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
MAGISTER LITERATURA HISPANOAMERICANA INSTITUTO CARO Y CUERVO
Columna publicada hoy miércoles 29 de julio en el diario El Nuevo Día de Ibagué
1 comentario:
ES DEBER DEL PSICOLOGO DARLE EL CREDITO Y VALOR A LO QUE HACEMOS. ES HORA DE GESTIONAR LA VALIDES DE NUESTRA PROFESION, ANTE UNA SOCIEDAD DE CONSUMO GENERANDO ALTERACIONES MENTALES .
ES PREOCUPANTE EL FUTURO DE ESTA SOCIEDAD QUE CADA VEZ NOS NECESITA MAS. ESTAMOS LLAMADOS A OCUPAR ESE LUGAR NUESTRA PROFESION MERECE,RECONOCIMIENTO,MEDIANTE SOPORTES CIENTIFICOS, QUE SUSTENTEN LA VALIDEZ DEL CONOCIMIENTO.APOYANDONOS EN EL DERECHO QUE NOS CONCEDE LA LEY .
REGLAMENTAR, LAS TARIFAS DE ACUERDO A LO ESTUDIADO Y EXPERIENCIA, ES HORA DE SALIR DEL CONSULTORIO, A MOSTRAR NUESTRAS NECESIDADES COMO SERES HUMANOS ,CON UN SALARIO DIGNO, AL IGUAL QUE OTRAS PROFESIONES QUE SE HAN HECHO SENTIR Y RESPETAR A TRAVES DE SUS ASOCIACIONES ,ESTO GENERA ESTATUS, CALIDAD DE VIDA
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