Esta es la segunda novela de Posada y en verdad sorprende. Ya lo había dicho en el lanzamiento del libro, que su intención era desaparecer como narradora y lo logra.
Esta novela se mete dentro de una familia, escarba muy profundamente en ella y en especial, en la relación padre-hija entre Magdalena, una pintora y su papá Antonio que ya tiene alzhéimer.
La novela va y viene entre los recuerdos de infancia de Magdalena y su hermano Juanfer, y la relación que ella tiene con Antonio su papá en el presente en el que ella ya es una mujer y él un viejo senil.
Posada se ocupa de meterse en la cotidianidad de una familia y de contar acerca de esa muerte simbólica de los padres que ocurre en el momento en que uno los descubre ya no como seres perfectos, sino como esos seres humanos con sus defectos, odios, cagadas, y demás.
En ese proceso de reconocer que ese señor papá, que uno adoró con locura en la infancia, no es lo que uno creía, llena a Magdalena de ira, de impotencia, y sin duda alguna de amor, del más puro y verdadero.
Magdalena sufre a su padre en la vejez y le reprocha, le recrimina ser como es. No le perdona ser como fue con ella en algunos momentos.
Pero lo peor es que aunque ella tenga todos los motivos para odiarlo, no puede hacerlo: hay un cordón umbilical invisible que los amarra, un cordón hecho con los recuerdos, de él y de ella, sobre su infancia.
Esta novela se lee rápido y generó en mí como lectora, una gran cantidad de sentimientos encontrados, a veces angustia, otras muchas ira y hasta ganas de llorar por tristeza, decepción y rabia. La voz de Juanfer, el hermanito mayor de Magdalena, es quien va descubriendo ahí en la infancia, la realidad de sus padres, tal vez por eso Magdalena adulta lo desprecie. Juanfer es un personaje precioso y sus anécdotas de juego con Magdalena son verosímiles en el lenguaje y en los hechos.
Magdalena también cuenta su relación de pareja con Pablo y su amantazgo fugaz con un artista patético. Magdalena, la artista que pasa por un momento de estreñimiento artístico en el que no ha podido pintar, entra en crisis porque su matrimonio está yéndose sin remedio al carajo, y es por su culpa. Esta pintora sufre: sufre a su papá que se orina, no se quiere bañar, vocifera y demás cuestiones propias del alzhéimer.
Sin título se mete en las mentes y en los corazones de sus personajes, para mostrar que la familia no es ni será nunca ese paraíso de las clases de cívica, sino la cuna de los sentimientos más crudos y las pasiones más bajas. Una novela íntima, con una prosa vertiginosa, en la que son los personajes y no la autora quienes hablan.
Una novela que hay que leer para confirmar que estamos frente a una gran pluma colombiana. Margarita debería estar en el próximo Hay, no haciendo cubrimiento periodístico, sino como invitada.
1 comentario:
margarita no cuenta solo con su belleza fisica cuenta ademas con una enorme belleza literaria, reflejaeda tanto en sus novelas como en sus cuentos, una excelente escritora sin duda que marcara la nueva generacion de escritores colombianos
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